lunes, 15 de febrero de 2010

La chica que hizo un experimento de su boda

La novia era una científica y decidió convertir su casamiento en un laboratorio para develar por qué queremos subirnos al altar.


"Organizar un casamiento puede ser bastante estresante, pero nosotros teníamos además toda otra dimensión a considerar: lo estábamos convirtiendo en un experimento científico para probar qué es lo que pasa en nuestros cuerpos cuando decimos sí, quiero". Ya ven, no todas las mujeres son iguales: algunas quieren determinados arreglos florales, otras prefieren tener a mano un kit para poder hacer un test de sangre en el altar... Fue el caso de Linda Geddes.

Nuestra heroína se quería casar, sí, pero además andaba detrás de la hormona oxitocina por cuestiones profesionales (ella es, efectivamente, científica) y decidió que su boda era una oportunidad imperdible para corroborar sus teorías.

Es que, según plantea la ciencia, la oxitocina es el químico que nos llena el cuerpo cuando reforzamos lazos de afecto, cuando confiamos y cuando somos generosos. O al menos eso es lo que dice la teoría. Lo que Linda quería verificar, era sí en una situación cien por ciento real (no un ejercicio de laboratorio), los niveles de oxitocina subían. Así fue como el invitado de honor de este casamiento terminó siendo Paul Zak, un reconocido investigador de neurociencias.

Zak fue el responsable de tomar muestras de sangre a la novia, al novio, a tres familiares de ambos y a ocho amigos antes y después de la ceremonia (o sea, el momento de los votos, el sí quiero y todo eso). Otras hormonas relacionadas también entraron en la lista de las muestras de sangre. Para ese entonces, el novio, Nic, ya estaba resignado a tener un casamiento un poco extraño, con agujas y damas de honor pinchadas. Encima, más científicos fueron invitados. Sospechamos que los niveles de oxitocina de Nic bajaron en ese momento...

La cosa se fue complicando a medida que se acercaba la fecha. Algunos amigos les dijeron que estaban locos y a última hora Linda, la novia, confesó su terrible fobia a las agujas... Pero todo salió bien, aunque luego de dar el sí, cuando tuvo que sacarse sangre por segunda vez, casi se desmaya...

Lo bueno fue que después de la luna de miel llegaron los resultados: y sí, los niveles de oxitocina de los novios estaban por las nubes, también habían subido los de la parentela. Sin embargo los resultados generales (que incluían otras hormonas) no aportaron datos esclarecedores. Así que, colorín colorado, seguimos sin saber por qué la gente quiere casarse. Eso sí, el que terminó realmente contento fue Zak, que consideró este experimento como uno de los grandes momentos de su carrera y anda buscando nuevas oportunidades para pinchar a la gente en momentos importantes de su vida...

Ya ven, el amor a la ciencia también trae sus malas pasadas. 

viernes, 12 de febrero de 2010

Hipnosis erótica ¿qué es?


Es el arte que ejercen algunas dominatrices, pero también una forma de terapia sexual: promete desinhibición y orgasmos sin contacto físico.

Sabemos que la hipnosis fue utilizada por la psicología, para acceder al inconciente, revelar situaciones reprimidas y con suerte, desbaratar síntomas. Ahora, lejos del consultorio, algunas dominatrices usan la hipnosis para provocar placer.

Ellas hipnotizan a sus clientes y los guían a través de visualizaciones guionadas o improvisadas para vivir determinadas fantasías. Para Kasha Shakti que vende sus sesiones hipnóticas en mp3, se trata de "una fórmula dominante / sumiso, pero puesta en juego en el plano mental y no físico". Otra que también explota la veta hipnótica es Isabela Valentine, que promociona "orgasmos sin manos".

Cuando se dan estas relaciones de dominación, el que hipnotiza dispone del cuerpo, o de la voluntad, del hipnotizado. Para otros se trata de fantasías de transformación que se permiten sólo gracias a la desinhibición del estado hipnótico. Muchas veces son fantasías que resultarían humillantes en un estado de plena conciencia.

Pero no toda hipnosis erótica se trata de dominio y desahogos orgásmicos. También está la variante terapéutica que apunta a "destrabar" aquellos bloqueos que le impiden a alguien disfrutar. Por ejemplo, en un caso de anorgasmia, la hipnosis busca el origen del bloqueo y también el orgasmo. Se trabaja en la sensibilización de zonas corporales, aseguran que es posible activar el flujo sanguíneo devolviéndole la erección a un impotente, por ejemplo. Pero en estos casos, los guías son terapeutas profesionales.

Lo intenso de esta técnica es que el hipnotizado, siguiendo las instrucciones de su guía, sentirá físicamente lo que se le "mande" sentir. Es una experiencia mental, el cuerpo solamente descansa relajado, pero no deja de ser bien sensorial y, en este caso, sensual. En ningún caso hay contacto físico.

Por eso algunos promocionan la hipnosis erótica como una fórmula de sexo seguro (imposible contagiarse algo). Otros opinan que puede volverse adictivo, sobre todo cuando provee una experiencia que el sujeto no es capaz de experimentar despierto, por el motivo que sea.

Es una técnica polémica, pero que se está poniendo muy de moda en Estados Unidos. Sin dudas, genera mucha curiosidad... Así que si alguien tuvo una experiencia hipnótica y la quiere compartir, estaremos bien atentos.

jueves, 11 de febrero de 2010

Atracción sí, sexo no ¿califica como infidelidad?

Es obvio que pasa algo, es obvio que están más allá de la amistad, es obvio que deberían tener sexo, pero no lo tienen... ¿es engaño?


Cualquiera diría que hay onda. A la legua se nota que hay onda. Andan juntitos como tomatitos, se miran, se hablan, se ríen tontamente como los enamorados. Y así pasan los días, las semanas... pero no pasa nada más. Lo mejor de todo es que él, o ella, o ambos, están en pareja. Es decir, en pareja con alguien más, no entre ellos. ¿Qué es esto? ¿califica como infidelidad?

Navegando en Internet encontré un nuevo término para describir estas situaciones: affair emocional. Lo que pasa entre esos dos pasa por el alma, el corazón, el estómago, lo que se les ocurra, pero no los genitales. O sea, hacen todo menos tener sexo. O mejor dicho, sienten de todo el uno por el otro, pero no se acuestan juntos. Es más, tampoco necesariamente discutieron sus sentimientos, ni plantearon posibilidades de tener algo más que esa amistad que tienen...

Lo cierto es que la cercanía es tal que, inevitablemente, algo se debilita en la pareja oficial. El affaire emocional está llevándose toda la atención, incluso la libido, aunque no concreten. La verdad es que esta situación bien podría hacer sentir a alguien que le pusieron los cuernos, de cristal tal vez, impolutos, pero cuernos al fin.

Sin embargo, ¿podemos hablar de infidelidad si no se produce el acto fundamental? El supuesto infiel puede alegar, con todas las de la ley, que jamás de los jamases intimó con otra persona fuera de la pareja; que lo que tiene con esta persona es solamente una amistad, buena afinidad, intereses comunes, bla, bla, bla...

Lo más confuso de todo es que, tal vez, si nos metemos en la cabeza de quien está teniendo un affair emocional, encontremos que en realidad valora su relación oficial, no quiere romperla, ¡no tiene intenciones de ser infiel!

Entonces, ¿cómo se discute eso? ¿cómo se reacciona frente a un "engaño seco"? Cómo podemos acusar a alguien que tiene la delicadeza de no cruzar jamás la delgada línea roja, que se mantiene siempre libre de pecado carnal. O sea, ¿qué planteo cabe en estos casos? ¿cabe un planteo? 

miércoles, 10 de febrero de 2010

Feederism, el fetiche con la comida

La escena es parecida a la del sadomasoquismo: el feeder alimenta y el feedee es alimentado. El placer de comer, ver comer y engordar.


Si Nueve semanas y media fue para algunos una revelación acerca de lo que se podía hacer con una frutilla o con un poco de crema en el terreno sexual, el Feederism está mucho más allá de lo que se les haya ocurrido jamás. Si para la mayoría el vínculo entre la comida y el sexo es más bien lejano y un poco incomprensible, para algunos la comida y el sexo son una única cosa. Y la gordura es un efecto deseado.

Así como el masoquismo tiene sus roles bien delineados entre el sado (que domina la situación) y el maso (que se somete), la escena de feederism se organiza con un feeder que es el que alimenta y un feedee, que se deja alimentar. El feeder se excitará por ver al otro comer y ganar peso, el feedee encontrará placer en el exceso de comer y comer y comer y, por supuesto, se sentirá feliz con los quilos ganados.

La mayoría de los feeders son hombres (FA, es como se identifican) y las feedees son casi todas mujeres (BBW o SSBBW), pero también existen parejas en las que los roles se dan al revés o parejas homosexuales.

Lo cierto es que el Feederism puede llevar a ganar algunos quilos o muchos. Y "muchos" es arriba de cien. Para algunos feedees el objetivo es llegar, por ejemplo, a los 200 kilos. Así es, el fetichismo de la comida tiene sus riesgos. Mientras por una parte la idea de escapar al dictado de la flacura resulta refrescante y saludable o, incluso, la atracción por la gordura muestra que no todo el sexo es patrimonio de gente tonificada, y todo eso suena más que bien; por otro lado los feedees llegan a niveles de sobrepeso peligrosos para su salud. Peligrosos al punto de estar en juego su vida.

Para que se entienda mejor, el anhelo de gordura llega hasta el límite de lo posible: en Spanish Feeders, lo definen de esta manera: "En todo el mundo ya son muchos los hombres y mujeres que hacen del culto a la comida su razón de ser y convierten el mero acto de alimentarse en una apasionante orgía diaria, personas que buscan a otra spersonas para que las ayuden a comer más y a ser cada vez más y más gordas, llegando en los extremos a no poderse mover de una cama disfrutando para el resto de su vida de una comilona continua dejándose cebar, cuidar sin preocuparse de nada más que disfrutar comiendo y sintiendo el placer de vivir en un cuerpo gordo, fofo, graso, blando por todas partes, una piscina de obesidad deliciosamente excitante y apetitoso".

Ya ven, el apetito sexual tiene caminos que la razón no comprende...