jueves, 6 de mayo de 2010

¿Es tan importante tener un buen c...?

Sé de hombres que juran haberse enamorado de un buen culo. Enamorado. Es decir, también del resto de la mujer que estaba por encima y por debajo y por delante, pero el clic fue ese. No es de extrañar entonces que las mujeres andemos obsesionadas con las medidas, cantidades, consistencias y voluptuosidades de nuestros traseros. Pero no somos las únicas, no estamos solas cuando tratamos de girar el cuello 180 grados para pispear esa respuesta del espejo. Porque parece que los señores también, cada vez más, se preocupan por su pompis.


La verdad es que las mujeres también somos grandes fanáticas de los culos. Los redonditos, duros, estratégicamente pequeños bajo una espalda grande, esos que ostentan los jugadores de fútbol y algunos otros privilegiados. Ninguna mujer me lo negó jamás,y no conozco a ninguna que se resistiera a admirar un buen ir cuando pasa frente a sus ojos. Seremos más disimuladas para mirar, menos piropeadoras, pero ninguna ignora cuál es el mejor pompis de la oficina.


Así que no deberíamos sorprendernos si ahora los hombres se preocupan por la tonificación de ese objeto de deseo. Y si tonificar no ofrece resultados lo suficientemente rápidos o contundentes, bueno para eso ya hay unos calzoncillos que vienen con unas almohaditas. Ahí está, el de la foto.

El aumento de glúteos es una cosa a la que algunos señores de trasero flaco (o "plano" como dicen algunos cirujanos) le empiezan a prestar atención. Es un procedimiento parecido al de hacerse las lolas, te colocan un implante. Uno de los riesgos es que se desacomoden, o sea, que uno de los cachetes te quede más arriba o abajo que el otro por ejemplo. Por eso los ponen por encima de "la zona de sentarse".

Así que, señores de culo plano, piénsenlo, tal vez los implantes les aseguren un andar más confiado. Y ojito con no sentarse fuerte, que no queremos que revienten.

Bueno, los dejo con el recuerdo de algunos culos que hicieron historia: el de Adriana Brodsky, cuando era la Pechocha que el Mano Santa descargaba, o el de Patricia Sarán cuando se calzaba un By Deep en el ascensor, o el operado de Manzano...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta mirarle el culo a las mujeres (bueno, como casi todos los hombres).

Y si las chicas nos lo miran, habrá que empezar a preocuparse.

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