lunes, 17 de mayo de 2010

Sexo de súper acción: un tercio de la población se lastima en la cama

No solamente te puede romper el corazón. El buen sexo también deja otras heridas. Cuellos inmovilizados por la contractura, profundas raspaduras de alfombra, muñecas torcidas, codos amoratados e incluso tobillos esguinzados se cuentan entre los “accidentes” más frecuentes. También hay otras de orden más genital tales como penes fracturados, reacciones alérgicas, pequeñas hemorragias y lastimaduras.

El otro día una amiga que practica taekwondo apareció con la nariz inflada y adornada en varios tonos de violeta y verde y yo por supuesto le dije que si pensaba perseverar en el yeite de las patadas voladoras, tuviera la precaución de aprender a cubrirse la cara. Parece que mi comentario hirió tan profundamente su ego artemarcialista (¿qué te pensás? ¿Que no sé bloquear una patada?) que prefirió confesar la verdad del magullón: nada que ver. No había sido una patada, sino un cabezaso y no era el resultado de un combate de cinturones negros, no. Había pasado en la cama. Justo cuando su novio remontó sábanas arriba luego de una sesión de sexo oral y ella se acomodaba con los ojos todavía cerrados: chocaron como dos planetas la coronilla de él y el tabique de ella. Hubo sangre y todo.

También conocí historias de culos afrutillados por ajetreos sobre la alfombra. Uno en ese momento no se da cuenta de lo peligrosa que puede resultar la fricción sobre esa aparentemente inofensiva carpeta mullida. Ni contar de la cantidad de gente que se cayó tontamente de la cama, que pateó estúpidamente el videt cuando trataba de montar(se) sobre el lavatorio, etc. A quién no le pasó alguna vez.

Ahora me encontré un informe bien serio (británico por supuesto, porque acá esos asuntos no se investigan) que dice que un tercio de la población adulta sufrió alguno de estos accidentes. El tercio, en este caso particular, representa a unas 18 millones de personas. Entre ellos, el 40 por ciento recién se dio cuenta de que algo le dolía a la mañana siguiente; el 5 por ciento se tuvo que pedir un día en el trabajo y el 2 por ciento terminó con un hueso roto.

Aunque usted no lo crea, tan mullido que parece, se comprobó que el sofá es uno de los sitios más peligrosos de la casa para tener sexo, sobre todo cuando hay copas de vino cerca. Más previsiblemente, las escaleras resultaron el segundo lugar más riesgoso (alguna vez tendré que investigar esa debilidad que tenemos los humanos por revolcarnos en las escaleras).

Además de las heridas corporales también hay costos materiales. Vasos que se rompen, picaportes arruinados, cortinas arrancadas violentamente de su lugar, sobre todo la de la bañadera y sillas que no supieron cómo soportar tanto peso y movimiento y se dieron por vencidas.

Sí, es muy común. La pasión, la pasión, como decía un viejo. Qué lindos momentos destructivos… 

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