jueves, 13 de mayo de 2010

Había algo mejor que el after office: sexo en la oficina

Si alguna vez existió un paraíso para el sexo sin compromisos, tenía sucursal en los after office. Y si la idea era relajar la mitad de la semana con un trago, unos besos y un toque de sexo ocasional, parece que para algunos se volvió un tanto intolerable la idea de esperar a salir de la oficina.

No sé si es verdad o no, pero una chica me contó que ahora como nunca antes hay cada vez más sexo en la oficina. A mí que no me venga, pensé, en las empresas pasó de todo siempre, cuál es la novedad. Pero parece que la cosa se puso candente. Al menos en donde ella trabaja.

Me cuenta que tiene un amante de oficina que es un muchacho en el que no se habría fijado en un boliche. No es que le gustara especialmente él, es más bien que las cosas se volvieron cachondas entre reunión y reunión. Según ella, ahí lo que hay es una dinámica que funciona antes que una atracción fatal: miraditas, tocaditas, frasecitas y un montón de histeriqueos que hay que pilotear por estar, justamente, en la oficina. Pero lo interesante es que no esperan hasta el horario de salida para arrancar con el sexo explícito: “No, la gracia es hacerlo ahí”, me explica ella y más claro echale agua.

Hay momentos propicios, dice, lugares estratégicos.  Ellos ya tienen una especie de mapa de hotspots oficineros y una estrategia de cronometraje de ultra espionaje para saber cuándo se va fulano y cuándo vuelve mengano. Ahí están al acecho y cuando ven la oportunidad, se encierran en algún cuartucho y practican sus habilidades especiales para el disimulo extremo.

“Es lo más. Estar ahí te pone a cien. Sabés que están todos en sus computadoras trabajando, que si te enganchan con los pantalones bajos es un escándalo, que te tenés que apurar. Y todo eso es muy estimulante”, opina nuestra oficinista hot.

La cosa es que, como dice ella, lo que le gusta es el sexo en la oficina, no especialmente el compañerito. Aunque, obviamente, si hay algo que él comparte con ella es esa misma pasión.

Ahora, esta chica asegura que ella y su coequiper no son los únicos, que esa empresa está viciada, que los sexoficinistas son muchos más que dos y que, se sabe, hay ciertas puertas que mejor no abrir sin golpear.

¿En serio che? No me dejo de sorprender ¿mucho sexo en la oficina?

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