lunes, 31 de mayo de 2010

Y si estás enamorada el sexo es mucho mejor: ¡mentira!


Quién no lo dijo alguna vez, a quién no se lo dijeron. “El sexo es algo maravilloso, y si viene con amor, mucho mejor”. No es poca la gente la que asegura que el sexo se disfruta más cuando uno está enamorado y nadie se atrevería a refutar la teoría. Pero parece que en los papeles no es tan así.

Según una investigación, casi la mitad de las mujeres encuestadas, unas 2000, aseguraron estar enamoradas de sus maridos, haberse casado por amor, pero no por sexo. El sexo que tuvieron con sus maridos no fue el mejor sexo. No es el mejor sexo. Y de hecho, esas mujeres no solamente aman a sus esposos, sino que además prefieren mirar una película o dormir antes de tener sexo con ellos, buena parte de las veces y también, por qué no, fantasear con un amante discreto que las enloquezca de placer sin que nadie se entere.

Es algo así como el lado insatisfecho de la satisfacción. Señores, señoritas,  estamos hablando de mujeres contentas y felices, mujeres que están con el hombre que eligieron, mujeres que siguen eligiendo al hombre con el que están. Y no tienen mayores pretensiones. Y el sexo está ahí, ni siquiera como un lujo que se vuelve escaso pero siempre valioso, no, simplemente como algo más, que mucho no emociona y que mucho tampoco importa.

Dicen que ahí hay amor y dicen que el amor no trajo consigo el mejor sexo, sino un sexo aceptable y punto.

En cambio parece que el mejor sexo sucedió de otra manera. Una vez sin querer queriendo, con alguien que comió y voló. Con un turista italiano en su breve paso por la argentina, que también voló de regreso a Europa. Con alguien con quien no compartían nada más que las ganas y hasta ahí. Y sobre todo, con alguien con quien no desearían tener una relación.

Así parece. Para algunas el amor está en casa, pero el buen sexo siempre está en otra parte.


viernes, 21 de mayo de 2010

El viagra, además de al palo, los pone románticos

Así dice una investigación de la Universidad de Wisconsin. Y ahora sí, parece que definitivamente estamos ante la poción del amor. Esa que en los cuentos de hadas hacía que el príncipe se enamorara de la primera mujer que viera después de tomarse la dosis mágica, en estos días, en este mundo, es una pastillita azul y se llama Viagra. O sildenafil, el nombre no comercial de la droga.

Y la explicación parece ser sencilla. La pastillita, además de ayudar a que el flujo sanguíneo endurezca las partes, aumenta los niveles de oxitocina, la hormona de los mimos. O sea, los hombres no solamente están sexualmente estimulados, además están un poco drogados también.

Habitualmente la oxitocina se libera durante un encuentro sexual, tanto en hombres como en mujeres, pero lo que pudieron confirmar los investigadores es que los señores que toman la pastillita liberan tres veces más oxitocina que los hombres que tienen sexo sin la pastillita.

Lo más interesante es que los científicos piensan que la oxitocina es la hormona que puede explicar los enamoramientos, sobre todo aquellos que se dan como un flash después del sexo. Así que ahí tienen: chicas ¿quieren enamorar a su príncipe azul (nunca más azul) y tener una noche de sexo interminable? Ya saben qué poción mágica comprar…

miércoles, 19 de mayo de 2010

Los sex toys más ¿raros? que encontrás en la web: no serán estimulantes... pero son espeluznantes

Sin duda la industria de los juguetes sexuales tiene muchas cosas enormes, entre ellas la imaginación. Lo que siempre soñaste y lo que nunca imaginaste para tu placer sexual. Con ustedes los chiches más bizarros:


Vibrador fuck you
No me digan que no es de lo más simpático. La verdad, no creo que nadie se lo vaya a tomar muy seriamente, pero puede ser un excelente presente para algún enemigo de verdad: un claro mensaje de go fuck yourself ¿no?



Snorkel para sexo oral
Clara muestra de que la industria de aparatejos sexuales está en todo. Es verdad, necesitábamos algo para respirar mejor mientras ofrecemos sexo oral. Si alguna valiente, además de lo que ya tiene metido en la boca se anima a meterse esos cositos en la nariz... mis respetos. 

Fantasía Vampírica
Es cierto, los vampiros están a full. Cada vez hay más series, más películas y claro, de ahí a querer tener uno de esos en tu cama hay un solo paso. Si querías ver esos colmillos alrededor de tu p... y asegurarte de salir invicto, esta es la solución que estabas necesitando.



Cinturón de castidad masculino
Bueno, este es uno de esos accesorios que me cuesta entender. Les puedo decir que viene con sus candaditos y sus llavecitas... no es chiste. Si alguien tiene una idea más acabada acerca de las bondades de este producto, a lo mejor me puede resolver una duda: ¿duele?

martes, 18 de mayo de 2010

Mujeres estresadas a los 18 y con la libido por el piso

Así es, ya no se trata de “perder” el deseo sexual en cierto punto de la vida, sino de no encontrarlo nunca. Parece que las damas llegan a la sexualidad sin ganas de nada. Cada vez más jóvenes, entre 18 y 30 años: solo sienten desinterés.

“Es el estrés” dicen los especialistas que llevaron adelante la investigación, y lo señalan como causa fundamental, aunque también culpan a las pastillas anticonceptivas y los antidepresivos. Desconfío mucho más de las dos primeras causas que de la tercera. ¿Qué mujer de nuestras épocas no probó estrés o pastillas anticonceptivas en algún momento?

Los expertos, ante esta preocupante ola de desinterés sexual, dicen que, además, la cultura impone cierta obligatoriedad de ser sexy para tener sexo. Y ese “ser sexy” es tan inalcanzable que muchas asumen que no están aptas para acceder al beneficio de una vida sexual.

Lo cierto es que parece que muchas chicas de 18 o 20 años tienen relaciones por seguirle la corriente a los caballeros que quieren acostarse con ellas, pero no sienten realmente el deseo de hacerlo. Es decir, no hay un impulso genuino, no hay ganas.

Peeeeero hay que advertir que se acomodan ciertos intereses detrás de estas investigaciones. De hecho están queriendo sacar a la venta el Viagra femenino entre otras soluciones farmacológicas para disfunciones sexuales femeninas. Están ofreciendo cinco rápidas preguntas para diagnosticar “falta de deseo” a través de un cuestionario en Internet. Algunas voces se alzan en contra de la “medicalización” del bajón libidinal y otras salen a responder que estas mujeres merecen una “solución” a su “problema” sexual.

Tal vez haya cada vez más chicas estresadas que pierden el interés en su vida sexual antes de empezarla. Todo es posible en este mundo loco en el que vivimos. Pero desconfío. Desconfío de esos diagnósticos rápidos que dicen que la libido esta en peligro de extinción y que aseguran que esas chicas tienen un problema y que necesitan pastillas para resolverlo. 

lunes, 17 de mayo de 2010

Sexo de súper acción: un tercio de la población se lastima en la cama

No solamente te puede romper el corazón. El buen sexo también deja otras heridas. Cuellos inmovilizados por la contractura, profundas raspaduras de alfombra, muñecas torcidas, codos amoratados e incluso tobillos esguinzados se cuentan entre los “accidentes” más frecuentes. También hay otras de orden más genital tales como penes fracturados, reacciones alérgicas, pequeñas hemorragias y lastimaduras.

El otro día una amiga que practica taekwondo apareció con la nariz inflada y adornada en varios tonos de violeta y verde y yo por supuesto le dije que si pensaba perseverar en el yeite de las patadas voladoras, tuviera la precaución de aprender a cubrirse la cara. Parece que mi comentario hirió tan profundamente su ego artemarcialista (¿qué te pensás? ¿Que no sé bloquear una patada?) que prefirió confesar la verdad del magullón: nada que ver. No había sido una patada, sino un cabezaso y no era el resultado de un combate de cinturones negros, no. Había pasado en la cama. Justo cuando su novio remontó sábanas arriba luego de una sesión de sexo oral y ella se acomodaba con los ojos todavía cerrados: chocaron como dos planetas la coronilla de él y el tabique de ella. Hubo sangre y todo.

También conocí historias de culos afrutillados por ajetreos sobre la alfombra. Uno en ese momento no se da cuenta de lo peligrosa que puede resultar la fricción sobre esa aparentemente inofensiva carpeta mullida. Ni contar de la cantidad de gente que se cayó tontamente de la cama, que pateó estúpidamente el videt cuando trataba de montar(se) sobre el lavatorio, etc. A quién no le pasó alguna vez.

Ahora me encontré un informe bien serio (británico por supuesto, porque acá esos asuntos no se investigan) que dice que un tercio de la población adulta sufrió alguno de estos accidentes. El tercio, en este caso particular, representa a unas 18 millones de personas. Entre ellos, el 40 por ciento recién se dio cuenta de que algo le dolía a la mañana siguiente; el 5 por ciento se tuvo que pedir un día en el trabajo y el 2 por ciento terminó con un hueso roto.

Aunque usted no lo crea, tan mullido que parece, se comprobó que el sofá es uno de los sitios más peligrosos de la casa para tener sexo, sobre todo cuando hay copas de vino cerca. Más previsiblemente, las escaleras resultaron el segundo lugar más riesgoso (alguna vez tendré que investigar esa debilidad que tenemos los humanos por revolcarnos en las escaleras).

Además de las heridas corporales también hay costos materiales. Vasos que se rompen, picaportes arruinados, cortinas arrancadas violentamente de su lugar, sobre todo la de la bañadera y sillas que no supieron cómo soportar tanto peso y movimiento y se dieron por vencidas.

Sí, es muy común. La pasión, la pasión, como decía un viejo. Qué lindos momentos destructivos… 

jueves, 13 de mayo de 2010

Había algo mejor que el after office: sexo en la oficina

Si alguna vez existió un paraíso para el sexo sin compromisos, tenía sucursal en los after office. Y si la idea era relajar la mitad de la semana con un trago, unos besos y un toque de sexo ocasional, parece que para algunos se volvió un tanto intolerable la idea de esperar a salir de la oficina.

No sé si es verdad o no, pero una chica me contó que ahora como nunca antes hay cada vez más sexo en la oficina. A mí que no me venga, pensé, en las empresas pasó de todo siempre, cuál es la novedad. Pero parece que la cosa se puso candente. Al menos en donde ella trabaja.

Me cuenta que tiene un amante de oficina que es un muchacho en el que no se habría fijado en un boliche. No es que le gustara especialmente él, es más bien que las cosas se volvieron cachondas entre reunión y reunión. Según ella, ahí lo que hay es una dinámica que funciona antes que una atracción fatal: miraditas, tocaditas, frasecitas y un montón de histeriqueos que hay que pilotear por estar, justamente, en la oficina. Pero lo interesante es que no esperan hasta el horario de salida para arrancar con el sexo explícito: “No, la gracia es hacerlo ahí”, me explica ella y más claro echale agua.

Hay momentos propicios, dice, lugares estratégicos.  Ellos ya tienen una especie de mapa de hotspots oficineros y una estrategia de cronometraje de ultra espionaje para saber cuándo se va fulano y cuándo vuelve mengano. Ahí están al acecho y cuando ven la oportunidad, se encierran en algún cuartucho y practican sus habilidades especiales para el disimulo extremo.

“Es lo más. Estar ahí te pone a cien. Sabés que están todos en sus computadoras trabajando, que si te enganchan con los pantalones bajos es un escándalo, que te tenés que apurar. Y todo eso es muy estimulante”, opina nuestra oficinista hot.

La cosa es que, como dice ella, lo que le gusta es el sexo en la oficina, no especialmente el compañerito. Aunque, obviamente, si hay algo que él comparte con ella es esa misma pasión.

Ahora, esta chica asegura que ella y su coequiper no son los únicos, que esa empresa está viciada, que los sexoficinistas son muchos más que dos y que, se sabe, hay ciertas puertas que mejor no abrir sin golpear.

¿En serio che? No me dejo de sorprender ¿mucho sexo en la oficina?

martes, 11 de mayo de 2010

Swinger: salir del sexo cotidiano para entrar en un mundo nuevo y ¿lleno de reglas?

Aunque la cultura swinger llegó para quedarse y ya todos sabemos de qué se trata, todavía mucha gente antes de pensarlo dos veces, prefiere agarrarse la cabeza, taparse la boca, los ojos y decir no, no, no. Se entiende, eso de andar intercambiando parejas, mirando cómo tu hombre o tu mujer se frota contra otra persona desnuda que no sos vos, puede resultar muy excitante, pero no es para cualquiera.

Lo cierto es que si uno se pone a chusmear un poco en el tema, el ingreso al mundo swinger está lleno, llenísimo de reglas. Como si para entrar en el club del descontrol, te pidieran un certificado de buena conducta. Exactamente eso.

Desde la puntualidad hasta quién paga los gastos de un primer encuentro en un bar para ver qué onda, está expresado en reglas. Parece muy de sentido común, y de hecho lo es, pero lo que se subraya en el universo swinger todo el tiempo es la palabra respeto.

El respeto es la ley madre de todas las demás. No se obliga a nadie a tener relaciones, no se obliga a nadie a tener relaciones homosexuales, no se le falta el respeto a las damas, porque son damas.

Ustedes dirán, pero qué gente educada. Evidentemente, digo yo, si hace falta aclarar cosas tan elementales, es porque algunos cuantos habrán sido un poco groseros.

Lo interesante de todo esto es que aun cuando la idea es que el sexo atraviese las fronteras de la pareja y está perfectamente permitido, llegado el caso, que un señor vea como otro señor toquetea a su señora esposa, lo que no está permitido es que todo eso trascienda los límites de la amistad.

Ustedes dirán, pero si le está metiendo la mano hasta las amígdalas, qué amistad ni ocho cuartos. Pero es que es así. Es, si se quiere, una cuestión de actitud. El sexo está permitido, lo que no está permitido es intentar seducir al otro, tratar de conquistarlo emocionalmente, por decirlo de alguna manera. Tratar, o por lo menos tener el descuido, de romper una pareja está prohibido. Podés mostrarle a esa señora swinger toda la dimensión de tus encantos físicos, pero no trates de chamullártela.

Es decir, hay una “zona emocional” que pertenece a la pareja de esa persona con la que te estás acostando y ahí es donde nadie más debería meterse.

Creo que tiene sentido si consideramos el sexo como una práctica equivalente a salir una noche a cenar. Pero también pienso que el sexo siempre lleva a esos lugares emocionales. Es cierto que podés ir con la intención verdadera de tener solo sexo, sexo sin emociones, pero ya sabemos que las buenas intenciones a veces pueden fallar...

lunes, 10 de mayo de 2010

No tendrá plata, pero tiene otras cosas...

Finalmente, gracias a la providencia, después de tanta "billetera mata galán", después de tanta cultura sushi: una a favor del laburante, del trabajador en los más amplios sentidos, del que la rema para llenar los bolsillos, los platos, los corazones y él sabrá qué más.


Ahora un científico, Adam Galinsky, dijo que los hombres que tienen menos dinero son más capaces de hacer feliz a una mujer que aquellos que sí ostentan billetera. Porque parece, eso dice este señor, que los empresarios, los que mantienen un estatus, los que viven en ese mundo hipercompetitivo del éxito y el poder, son más propensos a la deslealtad, entre otros malos tratos.


Por ejemplo, parece que el hombre de billetera flaca es, en general, menos infiel que el hombre rico. Dicen que es porque en los círculos en los que se mueve, el engaño es moneda corriente en la vida cotidiana y ocultar los sentimientos y los excesos forman parte de esa cultura. 


En cambio el hombre de ingresos medios es más simpático, más dado a relacionarse amablemente con la gente, más propenso a sonreír y reír y a mirar a los ojos. Es que ser una persona agradable socialmente es parte del trabajo de un hombre que busca mejores posibilidades para su futuro.


Y la frutillita del combo es que el galán adinerado, además suele ser más machista. Porque está acostumbrado a ser el proveedor, lo que lo convierte casi automáticamente en una especie de macho alfa. Por el otro lado, el hombre que comparte con su mujer los deseos de crecer profesionalmente, aquellos que son capaces de dar y darse ánimos, tienden a tener parejas más felices. 


Y lo que todos queríamos escuchar: los que no tienen mucha plata son mejores en la cama. La razón es sencilla. No pueden impresionar a una mujer con un gran diamante, ni regalandole un auto o un viaje imprevisto a medianoche. ¿Entonces qué? se esfuerzan una vez más, laburan como siempre, pero esta vez en la cama. Porque quieren impresionar con lo que hay. 

jueves, 6 de mayo de 2010

¿Es tan importante tener un buen c...?

Sé de hombres que juran haberse enamorado de un buen culo. Enamorado. Es decir, también del resto de la mujer que estaba por encima y por debajo y por delante, pero el clic fue ese. No es de extrañar entonces que las mujeres andemos obsesionadas con las medidas, cantidades, consistencias y voluptuosidades de nuestros traseros. Pero no somos las únicas, no estamos solas cuando tratamos de girar el cuello 180 grados para pispear esa respuesta del espejo. Porque parece que los señores también, cada vez más, se preocupan por su pompis.


La verdad es que las mujeres también somos grandes fanáticas de los culos. Los redonditos, duros, estratégicamente pequeños bajo una espalda grande, esos que ostentan los jugadores de fútbol y algunos otros privilegiados. Ninguna mujer me lo negó jamás,y no conozco a ninguna que se resistiera a admirar un buen ir cuando pasa frente a sus ojos. Seremos más disimuladas para mirar, menos piropeadoras, pero ninguna ignora cuál es el mejor pompis de la oficina.


Así que no deberíamos sorprendernos si ahora los hombres se preocupan por la tonificación de ese objeto de deseo. Y si tonificar no ofrece resultados lo suficientemente rápidos o contundentes, bueno para eso ya hay unos calzoncillos que vienen con unas almohaditas. Ahí está, el de la foto.

El aumento de glúteos es una cosa a la que algunos señores de trasero flaco (o "plano" como dicen algunos cirujanos) le empiezan a prestar atención. Es un procedimiento parecido al de hacerse las lolas, te colocan un implante. Uno de los riesgos es que se desacomoden, o sea, que uno de los cachetes te quede más arriba o abajo que el otro por ejemplo. Por eso los ponen por encima de "la zona de sentarse".

Así que, señores de culo plano, piénsenlo, tal vez los implantes les aseguren un andar más confiado. Y ojito con no sentarse fuerte, que no queremos que revienten.

Bueno, los dejo con el recuerdo de algunos culos que hicieron historia: el de Adriana Brodsky, cuando era la Pechocha que el Mano Santa descargaba, o el de Patricia Sarán cuando se calzaba un By Deep en el ascensor, o el operado de Manzano...

martes, 4 de mayo de 2010

Ella los prefiere medium o small: grandes no

Debo confesar que nunca antes había escuchado un alegato tan estremecedor a favor de los penes pequeños. O medianos. Esta chica, cuya identidad reservo, me encaró como quien quiere hacer una denuncia ante los organismos pertinentes y me dijo: "A mí, las pijas grandes NO me gustan". Así.

Y luego pasó a explicarme. Primero de su experiencia temprana con un novio demasiado bien dotado. Y bueno, ella, inexperta, no quiso saber nada con semejante cosa. Pero se la bancó. Y así le fue, dice. No bien, no estuvo bueno. "Y por culpa del tamaño de su miembro, nos separamos más temprano que tarde". Pero no termina ahí.

La vida la llevó a los brazos de un caballero que ofrecía un "modelo mediano a chico" (sus palabras) y todo cambió. Recién entonces dejó de sentir que la penetración podía ser una amenaza contra su integridad física y empezó a disfrutar.

Explica que mientras lo pueda sentir, "no importa cuán chico sea, estamos bien". Un pene de tamaño razonable, tal como lo plantea ella, significa, por ejemplo: "Menos dolor en la mandíbula, no tener que andar ahogándome" y eso caballeros, equivale a más sexo oral. Esto no es lo mejor. Sexo anal también entra en el menú si las medidas lo permiten. "Imagináte que si no, por atrás, de ninguna manera". Sin contar que todo esto para ella implica "menos dolor y más orgasmos".

Así es como un día, sin siquiera proponerselo, esta chica se convirtió en una especie de militante en defensa de los derechos de las mujeres a los penes pequeños y medianos. Algo así. Para ella los grandes falos están sobrevaluados y son una especie de mito sexual que lo arruina todo. "La verdad es que si la tienen grande, yo no los quiero cerca de ninguno de mis orificios".

Say no more

lunes, 3 de mayo de 2010

De los creadores del hombre sensible: la mina insensible

Se habló mucho de ese último invento de la masculinidad, el hombre sensible. Ese que por saber expresar sus sentimientos, darle la mamadera al bebé y llorar de vez en cuando, no es menos macho. Pero con él nació otra criatura de la que se comentó poco: la mujer insensible. ¿O no es verdad que existen?

Hablamos de la mujer que masca hombres como si fueran chicles y los escupe. La que sale, labura y no tiene tiempo para vos. La mujer que se jacta de no llorar nunca. La que te abrió el juego para salir con otros antes de que tuvieras ganas de pensar en infidelidades.

El otro día conocí a un hombre que salió con una de ellas. Al principio él pensó que tenía oro en polvo entre las manos. No era molesta, no protestaba, no moqueaba. Encima era linda, era inteligente y era independiente. Mi amigo entró a su casa, incrédulo, como si hubiera sido abducido por extraterrestres, pero ahí estaba ella: de carne y hueso, adorable, genial. Un poco distante en la cama, pero re perra. Se enamoró, obviamente. Y empezó a querer verla más seguido, a querer invitarla a cenar a casa y mirar películas juntos. Digámoslo: empezó a ponerse mimoso. Ella al principio todo bien. Pero después de a poquito se fue borrando. Le empezó a marcar las prioridades de su vida, donde no cabía él. De repente lo había convertido en un hombre lloricoso y avergonzado de sus intenciones novieras.

"Me cortó la pija", dijo el chabón, "y ahí me retiré". Ella lo había masticado, le había sacado el gusto a macho y lo había desechado.

La moraleja de la historia es que nuestro amigo de repente entendió a las mujeres. Como si hubiera estado en una de esas películas en las que el protagonista termina haciéndose pasar por mujer y de repente entiende lo difícil que es estar del otro lado del mostrador y se solidariza. Bueno así. Recuperado ya, con su hombría en alto, mi amigo dice "ahora sé lo que es ser mujer".

¿Qué tul?