Aunque la cultura swinger llegó para quedarse y ya todos sabemos de qué se trata, todavía mucha gente antes de pensarlo dos veces, prefiere agarrarse la cabeza, taparse la boca, los ojos y decir no, no, no. Se entiende, eso de andar intercambiando parejas, mirando cómo tu hombre o tu mujer se frota contra otra persona desnuda que no sos vos, puede resultar muy excitante, pero no es para cualquiera.
Lo cierto es que si uno se pone a chusmear un poco en el tema, el ingreso al mundo swinger está lleno, llenísimo de reglas. Como si para entrar en el club del descontrol, te pidieran un certificado de buena conducta. Exactamente eso.
Desde la puntualidad hasta quién paga los gastos de un primer encuentro en un bar para ver qué onda, está expresado en reglas. Parece muy de sentido común, y de hecho lo es, pero lo que se subraya en el universo swinger todo el tiempo es la palabra respeto.
El respeto es la ley madre de todas las demás. No se obliga a nadie a tener relaciones, no se obliga a nadie a tener relaciones homosexuales, no se le falta el respeto a las damas, porque son damas.
Ustedes dirán, pero qué gente educada. Evidentemente, digo yo, si hace falta aclarar cosas tan elementales, es porque algunos cuantos habrán sido un poco groseros.
Lo interesante de todo esto es que aun cuando la idea es que el sexo atraviese las fronteras de la pareja y está perfectamente permitido, llegado el caso, que un señor vea como otro señor toquetea a su señora esposa, lo que no está permitido es que todo eso trascienda los límites de la amistad.
Ustedes dirán, pero si le está metiendo la mano hasta las amígdalas, qué amistad ni ocho cuartos. Pero es que es así. Es, si se quiere, una cuestión de actitud. El sexo está permitido, lo que no está permitido es intentar seducir al otro, tratar de conquistarlo emocionalmente, por decirlo de alguna manera. Tratar, o por lo menos tener el descuido, de romper una pareja está prohibido. Podés mostrarle a esa señora swinger toda la dimensión de tus encantos físicos, pero no trates de chamullártela.
Es decir, hay una “zona emocional” que pertenece a la pareja de esa persona con la que te estás acostando y ahí es donde nadie más debería meterse.
2 comentarios:
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